COMPARARSE ES MORTAL DE NECESIDAD Y LO HACEMOS TODO EL RATO

¿Te has comparado alguna vez con alguien? Ya me sé la respuesta… 🙂 

Por ponerte un ejemplo propio, y como comunicador que soy, durante años uno de mis mantras fue:

¡Voy a ser el nuevo Anthony Robbins! (Ya no, ahora quiero ser más Josepe cada día…)

Pero no solo eso. Desde niños ya vivimos en la comparación:

Mira que buenas notas ha sacado el primo, y tú no.
Tu hermano se ha comido todo el plato, y tú no.
Pero que organizado es ese niño y tú un desastre…

Y así, mil…..

Hoy cuando hago coaching, y por ejemplo sale el tema de “me gusta cantar”, siempre pregunto:

¿Y qué tal lo haces?

Y me responden “bien”, “mal”, “regular” (para serte honesto, la mayoría de las veces lo que más escucho es “mal”).

Y entonces, la pregunta inmediata que hago es: ¿Comparado con quién?

Y no nos hemos dado cuenta de que cuando metemos una valoración, siempre es porque estamos comparando con alguien o algo. Siempre.

(Desde la consciencia no hay valoraciones, pero desde nuestro interfaz/ nuestra identidad distorsionada lo hacemos todo el rato).

Así que en general, sea el tema que sea, lo más habitual es compararnos para perder (pierdo en la comparación).

Y entonces, ¿me puedo comparar para ganar? (¿por ejemplo en alguien que me inspira?)

Al final no se trata de si uno puede o no hacer algo, sino desde dónde lo haces. Y normalmente es desde la necesidad.

Como no te tienes de referencia a ti en tu vida, necesitas buscar fuera personas o circunstancias que rellenen ese hueco que tú te dejas a ti mismo.

Pero es que resulta que tu plan de vida, que es tu plan de conciencia, es a la medida. O sea, único. O sea, que el de otros no nos vale como creemos.

Y al perder la autoreferencia o referencia interna, nos volcamos en lo externo creyendo que ahí está la clave.

Y nos vamos a encontrar con estrategias, recetas, modelados, pasos que no son nuestros, y que nos creemos que a nosotros también nos pueden funcionar.

Claro, alguno funcionará en el corto plazo. Pero te garantizo que cuando uno toca un instrumento que no es el suyo (por ejemplo el saxo) cuando yo soy pianista, aunque no lo sepa, el resultado te lo puedes imaginar.

No es una vida de expansión, creatividad y de fluidez.

¿Y si diera con otro pianista, debería hacer como hace el otro?

Pues tampoco, porque perdería mi propio estilo.

Me puedo ayudar de ciertas cosas, pero nunca perder de vista que la clave de cómo me toca vivir la tengo yo, a través de la observación de mi mismo, de entender mi actual versión y poder evolucionarla (y mi versión actual y futura no tiene nada que ver con los que me rodean, aunque esto se nos olvide, y entonces vivimos la vida de otros).

Pues eso: que compararse suele ser una trampa enorme que te distrae de saber quién eres realmente y de como operar funcionalmente en la vida, con esencia, presencia y potencia, y es una pérdida de energía brutal en el corto, medio y largo plazo.

Por eso una regla de la existencia clave es el principio de autoreferencia:

Todo empieza y acaba en mí, y nadie mejor que yo sabe lo que es coherente para mi vida.

(Ahora toca desaprender muchas cosas para poder hacer ese proceso, pero a lo mejor sientes que ya es hora de empezar a ser mucho más tú).

Te mando un gran abrazo y ¡Buen Camino!

Josepe

————