¿Te puedes creer que una de las cosas más asombrosas, increíbles y extraordinarias que he hecho para que mi empresa haya ido bien (ha crecido un 400% en los últimos 4 años) ha sido ir al Camino de Santiago?
Todo comenzó en el año 2007. Fue la primera vez que peregriné, y así van 11 veces hasta el día de hoy. Y voy a seguir, claro….
Porque podemos gastar tiempo, energía, dinero intentando tomar las mejores decisiones en nuestras empresas, pero ¿qué ocurriría si de pronto ves todo claro?
Hace ya algún tiempo mi compañera, amiga y gran empresaria Naty Pérez me dijo una frase que nunca olvidaré: “el trabajo principal de un empresario debe ser pensar. El resto deberíamos delegarlo”.
Y esa diferenciación entre la gestión y la estrategia cambió radicalmente mi manera de actuar. Porque hoy comparto al 100% esa afirmación. Nuestras empresas necesitan dirección, un “hacia donde vamos”, y también un “como resolvemos novedosamente este reto que con los viejos métodos no está siendo resuelto”.
¿Y quien se encarga finalmente y asume la responsabilidad de que las decisiones sean las correctas? Pues el líder o líderes de la compañía, o lo que es lo mismo, los empresarios/as.
Así que de entrada, si la visión (estratégica) y el liderazgo fallan o no afinan, todo el resto paga el pato.
¿Cuántas veces como empresari@ te has sentido en los últimos meses con estrés? ¿apagando más fuegos de la cuenta? ¿sumido en la parálisis por el análisis? ¿Desmotivad@? ¿O sencillamente, sin tener claro rumbos que tomar o soluciones que adoptar?
Lo contrario de todo esto se llama “claridad”. Pero además hablo de una “claridad” especial, no la claridad del día a día. Hablo de la CLARIDAD con mayúsculas, esa que está alineada con quien eres, con lo que deseas en verdad. Esa sensación que se tiene cuando se llega a ella y que te hace exclamar “¡esto es!” porque vibra contigo y tiene sentido. Y esa sensación la percibimos mucho antes cuando estamos serenos, centrados, conectados….
Seamos realistas: nuestro día a día es un potentísimo freno para poder pensar. Todo está montado para que nos distraigamos por pequeñeces (además de que en muchos casos, nos metemos donde no debemos y donde no aportamos valor, porque “nos gusta el baile”) y dejamos de lado el tiempo para pensar, “para afilar el hacha”, que es de hecho nuestra principal aportación a la empresa, donde realmente marcamos la diferencia (y la dirección = los próximos resultados no solo a corto sino a medio plazo).
Entonces, ¿por qué el Camino me ha aportado tantísimo para dirigir mi empresa con éxito?
- Porque me ha aportado claridad, pero CLARIDAD con mayúsculas: Una visión de hacia donde vamos
- La claridad te refresca el “para qué” de lo que estamos haciendo. Y esta pregunta es otra gran damnificada en nuestro momento actual. Porque se nos olvida para qué montamos nuestros negocios en su día, y sobre todo, se nos olvida cual es su “para qué” real hoy, que además tenga sentido para nosotros como líderes de nuestras empresas y que nos provoque ilusión y entusiasmo.
- Porque la claridad no se puede discernir normalmente si no tienes distancia. Estamos tan cercanos a los acontecimientos del día a día que no podemos ver, literalmente. Y Napoleón dirigía a sus tropas desde una colina donde tenía una panorámica de lo que estaba sucediendo. ¿Hacemos esto nosotros? ¿Combatía Napoleón con sus regimientos en primera línea? ¿Cuánto tiempo dedicamos a la “actividad de alto rendimiento”, o sea, la única que solo podemos hacer nosotros?
- Y sobre todo: apenas nos dedicamos tiempo a nosotros mismos como personas. Porque más allá de empresari@s, somos algo más grande, completo y complejo. Y necesitamos pasarnos una “ITV” personal (se la pasamos a los coches, pero a nosotros no….) que nos haga plantearnos ciertas preguntas y una vez planteadas, que queramos responderlas, y las respondamos con acierto. Y eso me sucede en el Camino de Santiago.
Así que cuando voy, aunque sea una semana, obtengo:
- Más claridad hacia donde voy
- Respuestas a problemas y retos que posiblemente hubiera tardado lustros en solucionar con solvencia
- Me reencuentro conmigo y tengo tiempo para mi (lo que me permite más claridad y tener conversaciones conmigo mismo más abundantes y de calidad)
- Entro en modo creativo de una forma espectacular. Cuando quitamos de en medio la preocupación y el miedo, se desata la creatividad en grande, la que construye y no la que arregla.
Pero es que el camino además es una enorme metáfora de lo que es la vida y lo que es un negocio o empresa. Y puedes renovar la confianza en el mundo y la gente, volver a disfrutar de los pasos y no solo de la meta, y empezar a sacar brillo a todo lo que sucede desde la gratitud.
Y te puedo decir que hay cambios MUY SUSTANCIALES en una empresa cuando se trabaja y dirige desde la gratitud.
He vivido muchas cosas en el Camino, y más que espero vivir, pero solo puedo decir que es una experiencia de autoconocimiento que te puede llevar a otro nivel, a darte cuenta y a honrar lo importante sin asfixiarte en lo trivial, en volver a recuperar la serenidad y actuar desde tu centro… ¿y como son las decisiones de un empresari@ que actúa desde la serenidad, desde su centro? ¿Y como es la empresa de alguien que está alineado con lo que REALMENTE quiere y tiene sentido para él/ella mism@?
Pues sencillamente, una empresa de éxito, por dentro y por fuera.
Como colofón, solo puedo decirte que no hay nada más increíble que tener paz interior para nuestras vidas y empresas. La paz que deviene de ir descubriendo para qué estás en la vida, cual es tu misión, tu contribución. Y esa paz se toca en el Camino de Santiago.
Así que te deseo ¡BUEN CAMINO!