Aquí va la segunda ley, que es una que casi nadie practica (posiblemente tú tampoco) pero que es uno de nuestros pilares…
LEY N.º 2: NADIE SE QUEDA FUERA (así que todos participan).
Y cuando decimos todos, es todos.
Si vienen 100 personas, para un formador o comunicador de alto impacto no es aceptable que el mensaje les llegue a 95. El objetivo es que llegue a los 100.
Te digo algo.
Lo fácil es hacer llegar nuestro mensaje a quien está receptivo a él, o a quien siente que lo necesita, o a quien le gusta aprender, a quien tiene un trabajo interior hecho para no poner la responsabilidad de su aprendizaje en ti, a quien es entusiasta, a quien es proactivo, a quien es alegre, a quien se lo toma en serio…
Eso es lo fácil.
Y también es fácil cuando la mayoría es nuestro público habitual, o pertenece a la franja de edad con la que me siento más identificado, o tienes creencias similares a las mías, o por ejemplo es emprendedor y no empleado por cuenta ajena (en mi caso estoy más cómodo con los primeros que con los segundos porque yo soy emprendedor), o hablan bien mi lengua….
Pero en tus clases, salas y auditorios es posible que haya un público bastante homogéneo, pero no totalmente homogéneo.
Y aquí es donde entra la profesionalidad y sobre todo, la excelencia.
Igual que en fórmula 1, donde invierten millones para mejorar unas milésimas, aquí tenemos que hacer lo necesario para llegar a todos, aunque eso suponga que tengo que tener en cuenta a 3 sobre 1000 que son distintos al resto.
¿Por qué?
Porque también tienen derecho a llevarse lo mejor, y yo no soy quien para juzgar; porque posiblemente han pagado por estar ahí, o porque están usando su tiempo para estar ahí, o han puesto su energía para estar ahí.
¿Qué implicaciones tiene esto?
Que al igual que cuando andamos por el monte con un grupo de amigos hay que amoldarse al ritmo del más lento, aquí vamos a hacer algo similar.
¿Significa que bajaremos el nivel de lo que queremos contar? No. Significa que amoldaremos lo que vamos a contar a todos los que estén para que todos puedan entenderlo y aplicarlo.
Como casi siempre, lo que nos aleja de esto como comunicadores es nuestra propia comodidad. Y para mí un profesional cómodo es un profesional que no lo es. Más bien tiene relación con la mediocridad, que es bastante mayoritaria, por cierto…
Asumir que no me dejo a nadie fuera supone, por ejemplo:
– Que cuando estoy en un auditorio grande, me bajo del auditorio y me muevo entre las mesas o filas de butacas, pero sobre todo las del final, para que sepan que ellos también cuentan (esto lo hago siempre esté donde esté).
– Que tengo que amoldar mi manera de hablar y mi lenguaje a la mi audiencia (a toda: si hay niños o jóvenes sé que muchos de mis chascarrillos o palabras a lo peor no las entienden, así que tendré que también meter otras donde si comprendan lo que digo, o sencillamente comentar que ya sé que son muy jóvenes para pillarlo. Lo importante es que sientan que también cuentan).
– Si estoy haciendo ejercicio físico o bailes, es imprescindible que toda tu audiencia pueda seguirlos. Si hay alguien con más limitaciones físicas, habrá que realizar aquello que sí se pueda permitir, y si no crear algo específico para esa persona, porque esa persona también cuenta.
– A la hora de impartir, en nuestro público habrá personas que tienden más a las competencias emocionales y otras que tienen más al hemisferio izquierdo. Pues habrá que enseñar con temas, historias y actividades emocionales, pero también con datos, argumentos y referencias lógicas y racionales (seas tú más emocional o más intelectivo).
– Si el público en sala es mayoritariamente emprendedor, pero también hay algunas personas que trabajan por cuenta ajena, hay que hacer mención a ello. Y si estoy hablando del espíritu emprendedor, tendré que vincularlo también al intraemprendimiento (actitudes emprendedoras dentro de una empresa para la que trabajo).
– Etc., etc.
Algo que funciona magníficamente es hacer guiños de complicidad a las minorías….
Por ejemplo: «Aquí estamos rodeados de emprendedores. ¿Cuántos emprendedores hay en la sala? Que levanten la mano. ¿Y cuantos no?» (y cuando esa minoría levanta la mano puedes decir: que bien que haya al menos 5 personas normales entre nosotros).
Fíjate que no me he quedado en preguntar solo cuantos emprendedores hay en la sala. También he preguntado cuantos no. Aquí está la clave.
Así que ya sabes, a partir de ahora, ¡todos cuentan! (y todos es literalmente todos). El trabajar desde aquí te llevará a una mayor excelencia y contribución.
Un gran abrazo y ¡buen Camino!
Josepe
¿QUIEN HA ESCRITO ESTE POST?
Josepe García. Es una de las primeras autoridades en España para emprendedores y profesionales del desarrollo de las personas que quieren emprender con éxito, además de uno de los pioneros del coaching en España e introductor de la formación de alto impacto en nuestro país. Director del Instituto Impact, de la Escuela de Oratoria para Empresarios y Creador de programas como «Top Speaker and Trainer» o “Vivir del Coaching”, ha tenido como alumnos u oyentes a más de 40.000 personas en EEUU, México, Panamá, Colombia, Perú, Chile, Francia y España; ha entrenado a más de 800 coaches, formadores, terapeutas, muchos de los cuales hoy son auténticas referencias. Con más de 2000 sesiones de coachings a sus espaldas, ha hecho crecer su empresa un 400% en los últimos 4 años. Es colaborador asiduo de la revista “Emprendedores”, empresario desde los 23 años, es coach profesional de ASESCO, miembro de ICF y AECOP, Coactive Coach por CTI, especialista en Inteligencia Emocional por la UCJC, trainer en PNL por el IPH y Master en Comunicación No Verbal con Joaquina Fernández. Es autor de la novela Best Seller sobre el Camino de Santiago ya en su 11ª Edición “Buen Camino”, o “PNL para líderes”.