Desde hace 10 años a lo largo de los cuales el coaching se ha ido consolidando en España, también se ha producido un fenómeno paralelo a su crecimiento exponencial: muchísimos coaches acaban su formación en las escuelas pero finalmente muy pocos consiguen establecerse como profesionales con unos ingresos estables y consolidados, y que les habilite para poder decir que su profesión es la de coach. Hay otra definición que también me gusta utilizar: coaches profesionales = que viven de su profesión.
Y esto es algo muy grave, en la medida que esta profesión es vocacional, es el sueño de muchas personas, y no hacerlo bien resulta en tirar la toalla de lo que soñamos. Pero es que además los coaches estamos en el mundo hoy por un motivo, y es ser facilitadores del cambio a otra manera de hacer y de vivir. Y la mayoría de los coaches no consigue ni vivir como quería, de su sueño, ni contribuir al mundo como debería.
¿Y a qué se debe esto? Hay varios factores importantes que he podido analizar y observar, fruto de mi roce y cercanía continuada a cientos de compañeros. Y he aislado 4 de ellos que si tuviera que establecer un ranking, se llevarían la gloria. Aquí va el primero:
- No creer en lo que haces.
En la profesión suele haber quorum en cuanto a que el coaching es más allá de una profesión, una manera de vivir. Así que es crucial que exista el factor “congruencia” en el desempeño de nuestro trabajo. Pero con cierta frecuencia me he encontrado con bastantes coaches que apelan a que somos personas plenas y llenas de recursos pero luego no se lo aplican a ellos mismos. ¿Y por qué este factor es importante? Porque muchísimos coaches que salen de las escuelas de coaching no consideran que estén preparados para hacer un coaching de calidad.
En múltiples momentos he tenido que ayudar a compañeros a que tomen conciencia de que ya están lo suficientemente preparados para hacer un trabajo digno (sobre todo si vienen y se han formado en programas exigentes y rigurosos, como muchos de los que se imparten en España). Pero demasiados de ellos creen poco en su valía como coaches: si fuera por ellos, estarían haciendo sesiones de prueba “ad infinitum”, además de más y más formación en metodología, en la falsa creencia de que con más cursos tendrán más confianza. Y esta es la palabra clave de este punto: confianza. Al no confiar en su “profesionalidad” y además y como sucede tantas veces, asumir demasiada responsabilidad en el éxito del proceso de coaching, olvidando que el papel principal del éxito de un proceso está en manos del cliente, hace que finalmente no se atrevan a dar los pasos necesarios para emprender con éxito, a lanzarse a la piscina y a creer en lo que hacen. Y así, se vende muy poco coaching.
También encontramos en el mercado a coaches que debido a su falta de confianza en lo que hacen y a su desconocimiento de las reglas del emprendimiento de éxito, tiran los precios de sus sesiones en la falsa creencia de que cuanto más bajo sea éste, más clientes tendrán (cuando es justo al revés). Flaco favor a ellos mismos, que viven en la precariedad más absoluta; a sus coachees (que no ponen en valor el proceso si lo semiregalamos) y a nuestra profesión del coaching porque la devalúa. (cuando digo esto abundan las personas que reaccionan para justificarse diciendo que hay que poner el coaching al alcance de todos los bolsillos. Eso está genial, pero si se quiere regalar, que se haga como una acción social como hacemos muchos coaches, no como una profesión de la que se obtienen los ingresos para vivir. Una vez más esto es el resultado del desconocimiento de las reglas de juego del emprendimiento y de la contribución, de ponerse en valor, de saber pedir y saber dar, las dos leyes claves de la abundancia)
Solución a esta primera barrera:
Entrar en acción inmediata vendiendo los servicios, promocionándote, siendo visible, porque sólo la acción genera la confianza necesaria. Criterios:
- No vale decir: “cuando tenga confianza ya lo haré”; porque no llegará nunca.
- Debemos dirigirnos a nuestros posibles clientes con la convicción de que estamos dando lo mejor de nosotros mismos, que hemos dedicado mucho tiempo, energía, esfuerzo y dinero para estar aquí hoy en modo “preparados y disponibles para servir”, poniéndolo en valor
- Antes de entrar en acción, pensar que si un cliente trabaja con nosotros es lo mejor que le podría haber pasado en la vida.
Como siempre, el factor «confianza», como decía Stephen Covey, tiene la llave. ¿te atreves?
Josepe García
¿QUIEN HA ESCRITO ESTE POST?
Josepe García. Es una de las primeras autoridades en España para emprendedores y profesionales del desarrollo de las personas que quieren emprender con éxito, además de pionero en la formación de alto impacto para transformar vidas y negocios. director del Instituto Impact y Creador de “Vivir del Coaching”, ha entrenado a cientos de alumnos que hoy tienen negocios muy prósperos. Con más de 1800 sesiones de coaching a emprendedores a sus espaldas, ha hecho crecer su empresa un 400% en los últimos 4 años. Es colaborador asiduo de la revista «Emprendedores», empresario desde los 23 años, miembro de AJE Madrid desde 1993, es coach profesional de ASESCO, miembro de ICF y AECOP, Coactive Coach por CTI, especailista en Inteligencia Emocional por la UCJC y trainer en PNL por el IPH. Creador de programas punteros como “Maestro de Maestros”, también es autor de libros como «Buen Camino»,o «PNL para líderes».
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