Pues yo estoy muy contento, qué quieres que te diga… Ya sabes que llevo tiempo tomándome muy en serio esto del ser más consciente cada día y que mi trabajo tiene esto, sea curso, programa o proceso en su esencia. Y posiblemente también sepas que me apasiona el Camino de Santiago. Pues bien…. ¡Voy […]

  El mensaje es sencillo, ¿a que sí? Pero aplicarlo ya es otro cantar… (Lo sé porque por ejemplo en los últimos 3 años me ha tocado, y sigo en ello, dar la vuelta a todo el Instituto Impact… Que no es nada fácil, pero que ha tocado hacerlo) Por cierto, ¿Por qué debería merecer la

Pues sí… Si no sucede ese “para siempre” no ha habido transformación real. Habrá habido un cambio puntual, que luego nos acabamos creyendo que ya estaba integrado para que luego llegue la realidad y nos desmonte el chiringuito… ¿Sabes una cosa? Que a mí, como a ti me imagino, te habrá pasado “cienes de veces” 😊 Y por

  El otro día con unos amigos y en una conversación muy interesante nos pusimos a compartir «best practices», como se diría en el mundo empresarial, o lo que es lo mismo: Buenas prácticas en nuestra vida cotidiana. Fue muy interesante porque lo que salió no venía de las teorías, sino de la práctica vivida

  ¿Alguna vez has visto por ahí que alguien ha dicho: yo sé lo que va a pasar, e inmediatamente salte otro diciendo: pues dime el número de la lotería? O imagínate que hubieras sabido qué iba a pasar con el bitcoin, cuando todavía costaba 5 céntimos cada uno de ellos… Está claro que conocer por

“Tiempos nuevos, soluciones nuevas”. ¿Esto es así? Desde mi punto de vista, no es que sea así, es que es crucial ver la realidad actual de mi vida, y poder decidir con eficiencia (y eso solo nos lo habilitan soluciones nuevas que se adapten como un guante a lo que sucede). Tengo claro que quiero

  El otro día, tomando una caña con un amigo, me contaba muy decepcionado consigo mismo: – Joder, es que me ha vuelto a pasar, y mira que ya van no sé cuantas veces, ¡es que no escarmiento! No sé si algo de esto te suena familiar… A mí no es que me suene familiar,

  Cuando mi hijo tenía 4 o 5 años, un día vino emocionado porque le habíamos comprado unas zapatillas de deporte y me dijo: «Papá, están genial porque ¡estas zapatillas corren mucho!» Yo le miré con la condescendencia que profesamos muchas veces de adulto pensando para mí: «Qué adorable inocencia, creyendo que son las zapatillas